Desde hace ya varios meses vengo sintiendo la necesidad de hablar de estos dos principios que hace ya años atrás Freud desarrollara. El principio del placer y el principio de realidad; yo me considero gestaltista y no conozco en profundidad los mundos psicoanalíticos, que ahora me apasionan, años atrás no los estudié y tampoco me interesaban, de hecho los denosté y los invalidé por considerarlos demasiado “mentales” a mi modo de ver favorecían la neurosis y la hipertrofia cognitiva, generando, en mi opinión, personas muy evitadoras del dolor a través de una desviación hacía el intelecto, interrumpiendo de ese modo una auténtica conexión con lo profundo, con la necesidad auténtica y con la gestalt inconclusa (necesidad insatisfecha).

Hoy siento la necesidad de hablar de estos principios pues últimamente me encuentro muy a menudo en mi práctica clínica con muchas personas con serias dificultades de aceptación del principio de realidad.

Quiero expresar también que estoy seriamente convencido que la época que nos está tocando vivir, que los acontecimientos que estamos viviendo en nuestra actualidad, que esta pandemia, el confinamiento, el miedo que percibimos, la paranoia futura, la falta de contactos humanos de calidad y la continua y alarmante información de los medios de comunicación contribuyen al hecho de alejarnos del principio de realidad.

¿Qué significan estos dos principios? O cómo mínimo ¿qué simbolizan?

Según Freud, el principio del placer junto con el principio de realidad son principios que rigen el funcionamiento psíquico humano. El principio de placer entendido como rector de los actos que tienden a la consecución del placer o, mejor dicho, al alejamiento del dolor o displacer. Freud considerará que el “ello”, que es el inconsciente, está regido por el principio del placer que tiende a la inmediata satisfacción y realización de todos los deseos y pulsiones bien realmente, bien desde la fantasía, a efectos de reducir la excitación o dolor, sin embargo, mediante el principio de realidad el “yo” toma la decisión de si debe realizar o postergar la satisfacción de los deseos.

Si estos dos principios que desarrollara Freud los lleváramos a una consideración más gestáltica estaríamos hablando de dos tipos de “darse cuenta” de los que estudiamos en Terapia Gestalt, que serían el darse cuenta del mundo “externo” de lo obvio en definitiva (principio de la realidad) y del darse cuenta del mundo “de fantasía” que entraría dentro de las ensoñaciones, ilusiones, proyecciones y fantasías que nosotros idealizamos (principio del placer).

Estos dos principios tienen un gran simbolismo en realidad, pues el principio del placer que hablaba Freud es nuestro inconsciente realmente intentando evitar o no aceptar una realidad concreta, como por ejemplo que existe una pandemia o que nuestra pareja ya no nos quiere, o no nos sentimos queridos por ella, el simbolismo es una no aceptación de una realidad obvia y constatable; desde nuestra comunicación gestáltica y desde nuestro mundo de fantasía nos lo explicamos de mil maneras quizá para no aceptar una realidad dolorosa o penosa, tenemos que quedarnos en casa confinados, no nos sentimos queridos, y los numerosos “y si” que nos podemos llegar a explicar ¿y si “XXXX” me quisiera?, ¿y si yo fuera de otra manera?, ¿y si todo esto que está pasando fuera mentira?……etc. Todos son maneras de no aceptar situaciones obvias las cuales nos frustrarían sobremanera si fueran aceptadas.

El principio del placer no desea que maduremos, pues nos hace permanecer en la negación de lo obvio, no quiere ver, no quiere aceptar y eso inevitablemente no favorece el proceso de maduración, de integración de lo real y de lo que duele. El principio de realidad nos hace madurar, nos hace permanecer en lo obvio, en el mundo real más allá de nuestras fantasías. Quizá sea más doloroso en un principio sin embargo nos ahorra mucho sufrimiento futuro.

Nosotros en Terapia Gestalt hablamos del “impasse” y a mi modo de ver tiene mucho que ver con estos dos principios pues el Impasse es aquel lugar donde llegamos con la terapia en la que el mundo de lo que pensaba, creía o quería creer (principio de placer) deja paso al mundo real a lo que es, a lo que realmente hay, un lugar donde lo antiguo ya no me vale y donde no sé lo que habrá o lo que vendrá, un lugar sin asideros donde cogerme y lo nuevo está por venir pero con más realidad, más concreción y más obviedad, aunque doloroso, cierto. (principio de realidad).

Aceptar la realidad de lo que ocurre, en definitiva produce menos fricción ante lo externo, produce menos sufrimiento, cuando quedamos fijados en la fantasía, en el principio de placer que hablaba Freud alargamos indefinidamente nuestra maduración y la aceptación de lo que hay, interrumpiendo de ese modo nuestro proceso de duelo, de dejar atrás la fantasía del “placer” de no aceptar lo obvio y pretender seguir fijados en nuestras fantasías de como deberían de ser las cosas y abrazar una “realidad” que en principio es incierta y desconocida pero que a la vez nos hace avanzar.

A mi modo de ver en nuestra sociedad hay mucho de principio de placer y poco de realidad, en Gestalt decimos que nuestra terapia está sostenida en tres principios o pilares fundamentales, presencia, consciencia y responsabilidad.

 La presencia implica aquí y ahora, el ahora es emocional, cómo me siento en este preciso momento, en cambio el aquí es corporal, implica más a lo físico, al contacto, sin éstos no puede darse el siguiente que es la consciencia, ésta favorece el darse cuenta de aquello que me está ocurriendo sin la presencia no puede haber consciencia y por último la responsabilidad que se produce cuando los dos anteriores ocurren, la responsabilidad se da cuando soy consciente de aquello que me ocurre o pasa y por ende implica la acción, la acción de responsabilidad la cual inevitablemente incide en el principio de realidad, pues  abandono lo imaginativo o idealizado pudiendo de este modo por este principio hacerme cargo de lo obvio y actuar.

Agradezcamos pues a Freud la información que nos aportó en aras de poder crear entre todos una sociedad más real, más sincera y honesta y entre todos poder convertirla en un lugar más responsable desde nuestros pequeños actos cotidianos con nosotros mismos y con los demás.

 

 

Santi Calvo-Terapeuta Gestalt, Miembro Titular de la A.E.T.G., Formador en la EGC Espailúdic, Terapeuta Psico-corporal Clínico Integrativo (IPETG Alicante)