Que difícil es poder salir de la ansiedad y del miedo cuando nos imaginamos que nuestra vida tiene muchos días por delante para seguir en ella. ¿Y si esta no resulta ser de la manera que nosotros deseamos que sea? Cuando eso ocurre es posible que tengamos ansiedad o contactemos con el temor, el enfado o la tristeza. Qué fácil resulta proyectarle a la vida que no me está dando lo que necesito en cada momento, ¿verdad? Probablemente por eso me voy a seguir enfadando, angustiando o entristeciendo, pues mi querido  “yo” no está cumpliendo con las expectativas que tenía puestas en los días próximos. 

Con los años de terapia y de vida he aprendido que cuanta más expectativas fantasiosas le proyecto a mi futuro, más riesgo corro de desmotivarme, de perder la alegría y toparme con la falta de confianza; en mí y en mi entorno.
Qué difícil es aceptar que no está en mis manos saber cuántos días, semanas, meses o años me quedan de estar aquí; sintiendo cada parte de mi cuerpo y de mi ser en cada experiencia vivida en el presente.

Empecé a meditar hace muchos años para poder calmar mis pensamientos, emociones y poder encontrar un camino que me permitiera entender y comprender las herramientas que necesitaba para no identificarme con todo aquello que me pasaba. Necesitaba aprender a diferenciar lo que era real de lo que es ilusorio en cada momento. 

Gracias a la terapia y a la meditación he aprendido a no fantasear cuando no corresponde. He podido aprender a dejar de imaginarme futuros posibles que aún no han llegado y que solo consiguen sacarme del momento presente. Con las distintas técnicas adquiridas puedo observar el color, apreciar el sabor, la aroma y la textura que tiene el momento cuando acontece, y que me regala algo relativamente nuevo a cada instante. Observo que entregarme a lo que ocurre con un acompañamiento amoroso hacia mi persona y mis dificultades me sana. Hago las paces incluso con este presente que aún, sin darme cuenta y queriendo evitar, juzgo y denomino “no grato” por las expectativas que tenía previas a la experiencia.

A pocos días de terminar el 2020, un año que precisamente ha dejado muchas expectativas en el tintero, creo que no toca otra que entregarse a lo que está sucediendo. El presente es muy amigo del futuro; no están separados. Juntos forman parte del mismo plan; se preceden constantemente. Somos nosotros quienes nos esforzamos para separarlos con la intención de no sufrir. Y, al final, cuando no aceptamos el presente y nos buscamos en el siguiente paso, descubrimos que el sufrimiento nos sigue acompañando. 

Si ha nacido la actitud, las ganas y la necesidad de meditar o empezar un proceso terapéutico en una persona significa que ha intuido la importancia de aprender esta nueva tarea de saber estar en el presente. Personalmente, la terapia y la meditación me han aportado un campo de confianza, de sostén, de presencia y de aceptación donde sigo aprendiendo a entregarme al ahora con el menor juicio posible, con el asombro y la sorpresa de la vida. 

Concluyendo esta reflexión suscribo que no sé si existe un mañana, pero lo que sí tengo claro es aquello que nunca me falla y siempre me acompaña como un fiel amigo: mi querido aquí y ahora. El aquí y ahora nunca me abandona. Y me está enseñando la grandeza de su amistad cuando lo atiendo como si no hubiera otra cosa en el mundo, como si solo existiese él.

 

Ferran Lacoma Pons

Codirector del centro Espailúdic – Escola Gestalt de Catalunya Barcelona, centro de formación, terapias humanistas y práctica de meditación Vedanta Advaita

Próxima formación: Postgrado en terapia transpersonal integrativa (consulta el programa)