“Meditar se asimila a posar la atención sobre el mundo con total suavidad, con absoluta ecuanimidad, sin la mínima intervención, al igual que una mariposa se posa delicadamente sobre la hoja de un árbol sin llegar a moverla ni aún al alzar el vuelo”.
Sesha
Sesha aconseja lo siguiente para realizar una práctica meditativa interior correcta:
Busca un lugar donde sentarte y, en lo posible, mantén la espalda recta. Es mejor acostumbrarse a no apoyarla, pero si surge algún problema físico no tengas problema en hacerlo sentándote en el piso, en una silla cómoda o en un sofá.
Evita acostarte cuando practicas, pues es fácil deslizarse al sueño.
Cierra los ojos, calma tus sentidos y sitúa la atención en el mundo interior, allí donde viven recuerdos, donde pace la memoria.
Inicialmente los sentidos seguirán activos, será su tendencia. No luches contra el mundo externo para que desaparezca. Poco a poco, en la medida que detectas tu interioridad, el mundo externo se apacigua y el interno se activa.
La práctica interior se afianza en la medida que tus sentidos físicos se desconectan. La atención debes posarla en tu interioridad a la espera de reconocer la aparición de cualquier pensamiento, sentimiento, emoción o pasión.
Tu actitud de atención interior debe ser intensa pero sin esfuerzo, sin la tensión de visualizar contenido mental alguno. Adopta una actitud de espera, de acecho interior, de ser consciente de cualquier contenido mental que emerja.
En el mundo interior solo existen tus contenidos mentales. Cualquier evento que allí aparezca: emoción, sentimiento, emoción o pasión debes detectarlo, saber que efectivamente está ocurriendo; ser consciente de su existencia será el objeto fundamental inicial de tu práctica interior.
Cuando aparezca a tu consciencia personal cualquier contenido mental debes reconocerlo, darte cuenta que existe. No te conviertas en su protagonista fundiéndote en él, no. Simplemente, reconoce su existencia; ello hará que inmediatamente se distancie a los ojos del observador interior o, sin más, desaparezca.
Cualquier contenido mental que aparezca en tu mundo interior, ya sea imagen, sensaciones de cualquier tipo, colores, percepción de energía o cualquier otra forma que adopte la memoria, no es conducente al encuentro de los estados superiores de conciencia.
Cuando logres reconocer y darte cuenta que estás pensando, serás testigo de la dilución de dicho pensamiento. Mientras mantengas la actitud consciente de estar presente sobre tu mundo interior no surgirá ningún otro pensamiento; entonces notarás el inmenso y maravilloso espacio que acontece entre pensamiento y pensamiento.
Si pierdes la atención que requiere la espera de pensamientos y te vas con ellos, no te culpes ni te juzgues; cuando te des cuenta que la atención se ha ido alumbrando tu memoria, entonces amorosamente regresa, date cuenta que piensas y notarás cómo inmediatamente cualquier constructo mental que exista en tu interior desaparece.
Ten cuidado de que tu mente construya un pensamiento de vacío; no es lo mismo el pensamiento de vacío que el vacío de pensamientos. El pensamiento de vacío es un pensamiento más que, al repetirse, produce hábito por esfuerzo.
El observador, que reconoce tanto los pensamientos como el vacío o el vacío que hay entre ellos, se localiza siempre en la parte de atrás del mundo interior y lo conocido se localiza al frente. A este estado le denominamos Observación.
Si logramos permanecer atendiendo con estabilidad suficiente el espacio entre pensamientos, dicho vacío irá tomando inercia; entonces quien atestigua empieza a reconocerse a sí mismo. A este estado le denominamos Concentración.
Observar y Concentrarse no es Meditar, ni mucho menos, pero son estados de conciencia más estables que el habitual al que denominamos estado de Pensamiento.
La Meditación ocurre cuando el mundo interior identifica al universo entero como parte de su propia realidad.