Entrevista a Juan Antonio García Lallana, médico holístico e integrador de la filosofía Vedanta en su consulta.

Por Rosa Cañadas y Daniel Sanchez, Terapeutas Gestalt y Transpersonal.

Juan Antonio García Lallana facilita el módulo ” Enfermedad y vedanta” dentro del Postgrado en Terapia Transpersonal de Espailúdic-Escola Gestalt de Catalunya.

¿Qué hizo que dejaras de lado la medicina convencional?

Siempre he ido buscando la raíz del sufrimiento, la raíz de la forma de ayudar a las personas, pero no tanto des de las respuestas convencionales, donde la medicina se queda muy corta, puesto que lo que plantea son aspectos o físicos o psicológicos, pero siempre disociados, no des de un punto de vista integrador de lo que es el individuo. Entonces, mi primera formación académica corresponde a la universidad convencional y la ausencia de respuestas o las inquietudes de que eso se quedaba escaso me fueron llevando a otro tipo de indagaciones. Empecé con la medicina tradicional china, la acupuntura, la medicina energética, y hasta que llegué al proceso del Vedanta y en el Vedanta ya el proceso se completó porque no solamente respondía a los aspectos físicos, emocionales y mentales sino que abarcaba también el sentido de la existencia y entonces pude hacer un encaje que siempre estaba disociado y pude hacer una lectura completa, y eso me lo dio el Vedanta ya hace unos 30 años. Y ahí la parte profesional médico científica formativa encajó en el sentido de vida y la forma de abordar la realidad. 

¿Esa transformación que has hecho, la meditación ha tenido que ver mucho en ello?

Sí claro, las respuestas a muchas preguntas, aunque haya aspectos teóricos que dejan un poco tranquila la mente, solo empiezan a tener sentido cuando empiezas a tener experiencias internas y profundas en las cuales la teoría y la práctica se conjuntan. Y esas respuestas han venido a través de una práctica meditativa que han venido dada en los últimos años y que se sustenta de una coherencia…

¿Qué sería la enfermedad desde este enfoque?

La enfermedad la percibo como un proceso de no integración, de dualidad ante uno mismo y de dualidad ante la realidad. Entonces hay aspectos que uno cree que está sano pero simplemente no reconoce aquello que le disocia. Pero cuando ves que la salud es un proceso de integración cada vez te das cuenta que la salida profunda a esta realidad es una comprensión de lo que somos en esencia y de lo que es la realidad. Entonces todos estamos un poco enfermos, aunque no tengamos síntomas. Y la integración es la que nos lleva a encontrar una salud de bienestar más estable y más integradora. 

¿Qué tipos de técnicas utilizas?

A lo largo de la formación como profesional pues las herramientas terapéuticas se han ido sumando. Nunca he rechazado lo que tenía aprendido, puesto que, si la enfermedad es un proceso de integración, no hay nada que tengamos que desechar. Entonces lo mismo que utilizo fármacos convencionales, he ido añadiendo nuevas herramientas que van des de la fitoterapia, la osteopatía, la homeopatía, y procesos sobre todo a nivel de vibración y de energía, que tiene que ver con la integración de procesos que van más allá de la herramienta sino como forma de acompañamiento y de asesoramiento a la salud de la persona. Hago de todo, sin definirme una especie de miscelánea. Por eso la gente que acude a que yo le pueda ayudar algunos me ven como naturista, otros me ven como homeópata, otros me ven como psicoterapeuta…pero en el fondo es una integración de muchos procesos.

¿Y a las personas a las que ayudas, siguen en el papel de paciente? ¿O cómo les llamas tú?

Hay muchas connotaciones…el concepto paciente como formación médica académica convencional sigue siendo el lenguaje, pero no lleva la misma significancia que cuando yo entendía la medicina como yo ayudo – curo- soluciono – alivio, sino que ahora lo veo más como un acompañamiento. La diversidad de mis pacientes viene sobre todo del aspecto de que ya unas personas me envían a otras y entonces no soy un médico convencional en ese sentido, sino que tengo pacientes de tres generaciones que no solamente vienen cuando tienen problemas a nivel sintomático sino vienen también como un proceso de evolución, crecimiento personal, desarrollo de habilidades cognitivas, no siempre es un proceso médico. Entonces la palabra paciente no sería la correcta. 

Claro… porque ellos también juegan un papel en su propio proceso, hay un tema de co-responsabilidad…

Efectivamente. Pasamos a un viaje de acompañamiento y colaboración mutua en cuyo proceso también yo soy aprendiz, no siempre soy el que enseño. He aprendido más del ser humano en mi experiencia clínica que en mi formación personal. Y siempre es una corresponsabilidad. 

El síntoma, ¿qué sería? Porque cuando un paciente viene a tu consulta imagino que vendrá con un tema muy focalizado como un dolor, algo muy asociado al cuerpo físico. 

Sí, puede ser físico, pero también emocional. El síntoma para mi es la puerta de entrada. Es algo que el paciente siente como algo incómodo, como sufrimiento, y es lo que me permite indagar en su mundo interior. Casi siempre buscamos la correlación entre el síntoma y su forma de abordaje de la realidad y de la enfermedad. Puede ser de la enfermedad y eso nos lleva a la realidad, o nos puede ver des de la realidad como su tendencia a enfermar. Intento que haya un proceso simultáneo, es decir, que a la vez que aliviamos ese dolor para que el paciente pueda gestionar su enfermedad, también se haga consciente y responsable de que tiene que intervenir en una serie de hábitos o de actitudes que le hacen repetir una serie de procesos o que esté atascado en ellos y eso le impida resolver procesos de cronicidad, que se repiten una y otra vez. Pero siempre el síntoma es la llave de entrada, es lo que intentamos retirar, pero intentamos buscar cuál es la raíz de ese sufrimiento.

Desde la visión Vedanta de la medicina, ¿estamos en una sociedad enferma?

Yo creo que sí porque estamos disgregados de nosotros mismos y por lo tanto disociados y estamos viviendo partes de nuestra realidad interna como si fueran un todo y estamos desatendiendo otros aspectos de nosotros mismos y evidentemente eso mismo ocurre en la sociedad. Nuestra relación con el entorno no es de integración o de búsqueda del equilibrio sino de desarrollar actitudes muy egoisticas. Si planteamos des del punto de vista cognitivo que es la enfermedad, hablaríamos del principal proceso des del punto de vista del Vedanta, que la enfermedad es el egoísmo. La sensación de yo, de individualidad, de primero YO o un aspecto de mí, y el resto nos lo pasamos por encima y al final eso mismo es lo que nos enferma. El planteamiento del Vedanta es muy coherente en ese sentido…si todo forma parte de una existencia común, la ausencia de esa conciencia nos llevará a crear o actitudes o hábitos que nos llevarán a enfermarnos, sea con nosotros mismos – autoagresión, culpa, de falta de coherencia-, o con el entorno. 

¿Aquí también estaría el enfoque de la no-dualidad?

Sí, efectivamente. Cuando planteamos la no-dualidad como la base de toda la existencia no planteamos que haya algo disgregado de otra cosa entonces hacer daño o repercutir de forma negativa en algo que también nos conforma o que no lo identifiquemos como parte de una totalidad pues permite que nos estemos haciendo daño sin ser consciente de ello, tanto como forma individual como forma colectiva…al final todos estamos formando parte de un tejido en el cual la no diferenciación es la base. 

Para terminar, ¿qué necesitaría el ser humano, en el marco de la enfermedad?

El concepto de salud y de desarrollo de las capacidades para las cuales estamos programados

previstos implicaría una toma de consciencia cada vez más profunda de lo que realmente somos y lo que es la realidad en sí misma. La primera base des de mi perspectiva más práctica es un poco la conciencia y la coherencia por lo que vamos descubriendo. Empezamos por la parte más física: el ocio, el descanso, la forma de relacionarnos con el entorno, hasta indagar hasta qué punto estamos inmersos en unos errores primero cognitivos y luego emocionales que lo que hacen es no ir a nuestro favor sino ir a nuestra contra, que nos lleva a una relación con nosotros mismos que no es constructiva y con nuestros congéneres que tampoco lo es. Entonces si aplicamos un poco el sentido común, la consciencia, y vamos indagando, poco a poco lo que vamos descubriendo que va más a nuestro favor que a nuestra contra, vamos creando un espacio de salud interno y externo que es una referencia para nosotros mismos y para aquellos que conviven con nosotros. 
 
¿Consciencia entendida como un “darse cuenta”?

Cuando hablamos de consciencia o poner atención o buscar un proceso de aprendizaje es simplemente reconocer el error.

Qué difícil…

Sí, porque nuestra interpretación ya pasa por introducir elementos erróneos ante actitudes y comportamientos que nos es difícil de reconocer o de transformar. Pero si simplemente leemos lo que la realidad nos muestra, tendríamos que tener la consciencia y la humildad para reconocer cuando y donde estamos equivocados y transformarlo como un acto reactivo ante circunstancias que la vida nos plantea diariamente, no como algo metafísico, sino como una coherencia con nuestra vida cotidiana

¿La meditación puede ser un elemento que ayude?
La meditación nos ayuda a tener una actitud de atención más plena. Y a su vez un reconocimiento de los procesos internos como aquellos que efectivamente interfieren para que luego nuestra postura y realidad externa esté condicionada de una forma equivocada. Si somos capaces en nuestro mundo interior de reconducir aquellas cosas que generalmente no es lo que corresponde luego exteriormente es una vía y una referencia para no seguir cometiendo los mismos errores en el mundo exterior.

 

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